Se acercan las elecciones regionales de Colombia del próximo 29 de octubre de 2023 para elegir los cargos de gobernadores para los 32 departamentos, diputados de las Asambleas Departamentales, alcaldes de municipios, concejales municipales y ediles de las Juntas Administradoras Locales del territorio nacional.
El presidente de un país es el que tiene el manejo de este, es el timonel, por mucho que se diga que no tiene tanta injerencia en las leyes y en las políticas. Sus palabras y sus acciones afectan nuestras relaciones con otros países en materia económica, social, de beligerancia/paros, gestión de dineros internacionales para distintas causas, entre otras, las de ayudar a las comunidades con alguna condición de discapacidad, etc.
El alcalde de Bogotá es el segundo puesto más importante del país y tiene el poder de hacer una gran diferencia en su ciudad para cada uno de nosotros. El tener la decisión de direccionar los fondos de la ciudad afecta el futuro de cada uno de nosotros: ¿Se destinan esos fondos hacia lo que necesita la ciudad y sus habitantes, las comunidades con alguna incapacidad física o hacia los contratos que enriquecen al político, sus amigos y familia? ¿Qué tan completas y qué importancia le están dando los candidatos a las alcaldías a las propuestas para garantizar los derechos de las comunidades en condición de discapacidad? ¿Qué tanto se habla de este tema en los debates por estos días? ¿Hay propuestas?, para empezar por ahí.
¿Por qué todos los ciudadanos y la comunidad que me sigue (muchos con alguna condición de salud importante) nos debemos preocupar por quién votamos?
Es muy común oír: “No voy a votar, porque un voto no hace la diferencia.” Y sí, es verdad: ¡un solo voto efectivamente NO hace la diferencia! Pero la suma de los votos conscientes y decididos y “buenos” sí ayudan a la hora de escoger un buen gobernante y de contrarrestar esos votos irresponsables que solo responden a intereses particulares. En nuestro caso, nuestra comunidad no tendría excusa para no votar, tener algún tipo de discapacidad no nos excluye de esa responsabilidad, al contrario: cada voto de ustedes sí puede hacer la diferencia.
Es común también que estemos acostumbrados a dejarnos llevar por generalidades y estigmas. A la polaridad, a ser de un lado o del otro: somos conservadores o liberales, de derecha o de izquierda, votamos por el candidato de Uribe, de Santos, de Petro o de Duque, y no pensamos en que debemos votar por nuestros intereseses individuales, por el candidato que va a mejorar nuestra circunstancia como personas y como miembros de una comunidad que vive en condición de discapacidad.
Sí, en época de elecciones debemos acordarnos que constitucionalmente, Colombia es una democracia. Esto quieren decir que nuestro voto sí cuenta, por mucho que no lo creamos. Vale más que un tamal o un mercado, pues cada voto decide más que quién es el alcalde, gobernador o edil. Cada voto puede incidir en el bienestar nuestro y de nuestra comunidad en condición de discapacidad.
Yo sugiero, que antes de decidir a quién queremos en el poder, debemos pensar en qué esperamos del próximo gobernador. ¿Qué pueden hacer que facilitaría o mejoraría nuestra vida? ¿Cuáles de las promesas del candidato nos ayudan en nuestra vida diaria? ¿Cuál afecta a nuestros hijos para su bien? ¿Y cuál los perjudica? ¿Quién va a mejorar las vías públicas, el transporte, el acceso a la salud, los cuidados de salud, para nosotros y nuestros familiares? ¿Y qué pasa si estos no cumplen?
¿Qué respuestas tendrían para nuestra comunidad? ¿Tendremos acceso a un buen servicio de salud, a mejores medicamentos para curarnos, a mejores andenes para caminar, a un tratamiento más compasivo de la sociedad con quienes no ven bien o incluso no tienen capacidad de caminar? ¿Garantizarán que nosotros tengamos más oportunidades, más derechos, más bienestar? Porque se ha visto a los programas más ambiciosos no pasar de planos dibujados por falta de presupuesto, o sencillamente porque ese presupuesto fue direccionado para a otros usos.
No, de la misma forma que el futuro no está asegurado, la única forma de poder realizar la esperanza de un mejor país es siendo conscientes del papel que cada uno de nosotros hacemos en cada elección, en hacer valer nuestro voto. Muchos de nosotros, no estamos impedidos para pensar, para elegir bien y decirle no a los corruptos. Muchos de nosotros, los representantes de la comunidad con EM, si bien tenemos algunos impedimentos de salud, tenemos todas las capacidades, facultades y el derecho de elegir a los gobernantes que queremos tener. Y tenemos del deber de votar conscientemente por cada opción, sabiendo claramente qué podemos esperar de cada candidato, también para que, en caso de ser elegido, se le puedan hacer las demandas o reclamos pertinentes, que sean resonantes con lo que le prometieron en su campaña a todos los ciudadanos y a nuestra comunidad en particular.
Si actuamos así, las elecciones pasarán de ser una fiesta pasajera y en cambio se convierten en un acto consciente para decidir el próximo paso en el rumbo del mandato del país que todos compartimos. En este proceso, aunque desean convencernos de lo opuesto, los políticos son nuestros empleados, y nosotros los jefes. Claro, ¡sus salarios, al igual que sus presupuestos, para todo el gobierno, sale de nuestros impuestos! ¿Démosles un mejor uso que el actual, no creen? Nos merecemos vivir en un país y en una ciudad en la que los gobernantes y sus políticas tengan en cuenta que conviven con personas en condición de discapacidad y que nos demuestren que les importan nuestros derechos porque si se roban un peso, también nos lo están robando a nosotros. Dependerá también de nosotros: de nuestra capacidad de elegir bien, no solo soñar sino vivir en una ciudad con transporte, calles, andenes, accesos dignos para nuestra todas las personas que hacen parte de nuestra comunidad.
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