¡Gracias, Papá y Mamá!

by Jul 2, 2025Uncategorized0 comments

¡Sí mi peor pesadilla fue el primer episodio de Esclerosis Múltiple que tuve, para mis padres debió haber sido mucho peor! Solo pensarlo, me llena de respeto y admiración por ellos.

Por ese entonces, yo dependía de ellos y no tenía idea de qué hacer, más que preguntarle al pediatra, ante la expresión confundida de mis padres, al darme cuenta que no era tan obvia la respuesta. Además, ellos eran los que necesitaban encontrar la mejor solución a mi situación.

Adoro a mis padres con todo mi corazón. A la edad de 32 y 38 años, enfrentaron una situación que, para mí, parecía al menos complicada. Sin embargo, como padres jóvenes y emprendedores en Colombia, gestionaron todo con una determinación y una madurez impresionantes. Además, tuvieron el reto de criar a tres hijas, conmigo siendo la mayor. Su valentía y dedicación han sido un ejemplo increíble para mí, y les agradezco inmensamente por su esfuerzo y amor incondicional. ¡Debió haber sido devastador y paralizante😳!

Pero de todos modos, pusieron mi salud primero, se asesoraron y encontraron la fuerza para buscar un diagnóstico confiable que diera luces a la situación, y encontrar una cura.

Desafortunadamente, este no fue el caso, con el diagnóstico definitivo se toparon con una maraña densa de desconocidos y más preguntas. Aún no existía la cura, es más, casi no se conocía mucho sobre como se desarrollaba ni que la causaba. Es mas, ni cómo podría afectar a los pacientes.

Lo que si nos dijeron es que lo más probable es que necesitaría silla de ruedas desde los 20 o 25 años. Esto para mí fue terrible, y no concibo cómo debió afectarlos a ellos.

Yo me deprimí, pero a ellos los paralizó. Ellos estaban congelados del miedo y desconocimiento. Ahora me trato de poner en su lugar, los admiro cada vez más: aguantar mis episodios, tratados con cortisona, que no me dejaba dormir.

Gracias por esas noches eternas en que la cortisona y el dolor no me dejaban dormir. Gracias por la paciencia de mis berrinches, lidiar con el odio y el miedo a mi cuerpo, con el no quiero que nadie sepa, con el no quiero saber de nada ni nadie, de las vacaciones interrumpidas y de sueños rotos.

Y por esto, también perdón a mis hermanas. Perdón por quitarles la atención de mis padres, la pormenorización de sus problemas, y la importancia que me daba a mis consideraciones sobre las de ellas.

Gracias también a mi marido.

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